miércoles, 19 de noviembre de 2008

De Lovelock a Newton

Podré decir que me encontraré perdido en tus brazos y consumido por el calor de tu aliento.
Podré decir que me ruboriza la forma de tus besos y el olor de tus manos en el papel.
Podré decir que amo al mundo que han tocado tus manos y que los pliegues de tu piel son fascinantes, porque esconden lo que quieres decir pero callas.
Amo las formas que quedan en la arena que pisas, son las huellas que le dejas al mundo solo caminando.
Tu voz deformandose en la memoria me cautiva, me ensombrece. La necesidad de una mirada quieta y asesina, la silueta de tu cuerpo en la pared, los sonidos que escuchaste, los gritos que ahogaste, el tiempo arrepentido de tanto envejecerte, las estrellas que te miran, el sol que te sonroja, la noche que te escucha, los árboles que te susurran, el viento que te estremece, el agua que te llora, el fuego que desprendes, la vida que sufres con risas, las manos que han tomado las tuyas, la sangre que derramo por ti, la melancolía que suscitas y la muerte que te desea...
Sería yo quien más amara todas las cosas del mundo si no estuvieran tan malditamente impregnadas de tu aroma.

No hay comentarios: