viernes, 7 de junio de 2013

Epistolae

-Querido Ernest.
Por qué no toma usted el importante paso y escribe su novela? Debe usted cuanto antes publicar sus relatos, mire que yo tengo un pequeño círculo académico que sigue mis obras. Escriba y prometo hacer un importante comentario sobre su novela y además hasta me ofrezco a hacer un prefacio para usted.
Hágase una reputación mi querido Ernest, cuanto antes mejor. Usted es brillante y a juzgar por el acierto de sus ideas, se ve que puede ser un escritor importante para esta época.

-Gilbert
Le hago saber que he recibido a satisfacción su último libro y me he dado a la tarea de leerlo hasta el final.
Antes que nada quiero rogarle no confunda usted el oficio de escritor (que usted desempeña) con la honesta búsqueda de la verdad, rara vez van de la mano. Además, no se jacte usted de su manera infantil de escribir, pues se encuentra muy lejos de ser un Joseph Conrad, y a su edad no le auguro se convierta en un Dostoievsky. Sin embargo su obra sí tiene valor, a pesar de ser trivial, enseña escuetamente cómo una disciplina otrora virtuosa, puede transformarse en un mero corrillo de autocomplacencia.
Espero disculpe usted mi contundencia y mi crudeza, pero lo que quiero hacerle ver es que su obra no está siguiendo el camino que lleva a la verdad. El escritor que tiene aspiraciones elevadas es el que ha sufrido la crueldad, el que se ha ahogado en el esplín y la necesidad le ha llenado de hambre cada poro de su cuerpo. En su obra se ve que para usted el escribir es algo tan tranquilo como decir una pequeña mentira.
Querido Gilbert, agradezco inmensamente su ofrecimiento pero debe saber que yo no escribo. Esto se debe a que carezco de la disciplina y el gusto por ello, porque generalmente escribo con tristeza, dolor y sobre todo con soledad; nunca para evocar la verdad, soy un escritor que no escribe. Soy un escritor a regañadientes porque no escribo por pasión o por amor a la verdad, escribo porque me toca, escribo para no sufrir las inexorables consecuencias de mi propia existencia.

martes, 19 de marzo de 2013

Hunting

Unas piernas que estallan sin ser vistosas, un busto que estalla sin ser grandioso y una mirada que perfora. Una sonrisa maliciosa que desprende candela, unos poros que silenciosos exudan pasión. Un andar delicado de gata sigilosa.
Un misterio recorre el vacío que separa tu cuerpo del mío, una excitación temblorosa, un deseo inaplacable. Escudriñarse y evadirse, el resplandor de las miradas, el sonreír hacia adentro, con astucia, cazando y escondiéndose.

lunes, 1 de octubre de 2012

Astigmatismo

No se puede ver de mejor manera las luces del mundo, si no es bajo un astigmatismo leve. De su brillo nítido llegan a la conciencia mil destellos, mil formas, mil auras. Únicamente bajo la lógica de la distorsión.
Las letras pequeñas y lejanas son figuras sin identidad, sin propósito. Sólo las luces resplandecen,entregan la totalidad de su sentido. Una vista clara se obnubila fácilmente con torrentes de letras insensatas que apuntan hacia direcciones inconexas y sin sentido, el mensaje se diluye por claro que sea; lo dice todo, por lo tanto dice nada.
La claridad intelectual con la que la conciencia interpreta la realidad, influida por una lente astigmática, carece de comparación. No hay mejor manera de socavar los rincones del universo interior que mediante la apreciación de paisajes borrosos, luces borrosas, oscuridades de formas. La atención se posa en lo esencial únicamente, hace que requiera un esfuerzo incómodo el tratar de enfocar lo superficial, sensibiliza la percepción hacia las formas no estructuradas del lenguaje, afina los sentidos secundarios, el tacto, el sentido de lo estético, el oído, la voz. El silencio pasa a un segundo plano porque el mundo hace un ruido distinto, es más abstracta la manera en que se relacionan las imágenes con los sonidos.
Ver borroso el mundo es un privilegio deliberadamente incómodo que se transforma en un axioma ya conocido, "vivir incomoda", y habituarse a esta lógica en lugar de tratar de deshacerse de ella es una manera de comunicarse con el mundo en otros términos, en unos menos convencionales.

lunes, 6 de agosto de 2012

Club de la botella

Los que estamos relegados
a la luz de las cantinas
y a alientos densos
de alcohol barato

Estamos condenados
a las noches en vela
torturados por el esplín.

Nos toca la parte más ruda de la historia.
Los que odiamos que el sol brille
adolecemos los días con desespero,
tenemos la tarea más incierta.

Padecemos la tortura de las voces,
sufrir una vida bohemia
estrellados en todo momento contra la realidad.

Calla ya

Cohoolain, el héroe celta y Sienna su esposa discutiendo en el jardín del destino

Cuchoolain: Qué pasa Sienna? ya no me miras con los mismos ojos. Ya no me abrazas, te das la vuelta y te duermes, así como si nada.
Sienna: No sé Verud, algo me preocupa, siento que ya no es lo mismo. A veces siento que no podemos sentir de igual manera, que mi amor por ti se tambalea. Aunque sé que está firmemente aferrado...
Cuchoolain: Lo sé, y debo aceptar que no soy el perfecto esposo, que mucha sangre que no debería derramarse lo hace, que muchas cosas que deberían ser, no lo son. Por esa razón las cosas cambian, porque cada vez encontramos nuevas formas de amarnos, de pensar a los dos, de cambiar con el tiempo, de estar acompañándonos.
Sienna: No, es que no cambian como deberían, y lo que no debería cambiar, cambia. Y lo que está estancado, no se mueve. Tu siempre esperas lo mismo, amas más la sangre y tu espada que a ti mismo. Lo he notado... tus pasos pesan tristes.
Cuchoolain: Hay cosas que no puedo cambiar, hay cosas que comprometen mis creencias, y yo soy el encargado de materializar los sueños de mi pueblo. Trato de entederte, tu quieres volar, partir en ese bote a avent-urar, pero me temo que con el tiempo el peso de tus pasos hará ceder el piso que hay debajo de ellos.