sábado, 29 de noviembre de 2008

De "El Gato y la Luna"

Minnaloushe en la Noche
Gato: Dime Luna ¿por qué no lloran tus ojos? Estas muy sola
Luna: Dime tú, por qué habría de llorar? llora tú que tienes tus patas en la tierra
Gato: Yo no, yo bailo todas las noches hasta que las patas me duelen, como esa niña de zapatos rojos que nunca paró, yo bailo acompañado y a veces solitario, pero no lloro porque ya estoy muy grande
Luna: Tanto bailas?
Gato: Si, bailo al ritmo de latidos latinos, bailo poesía inglesa cantada, bailo el murmullo del río cuando pasa, bailo las noches frías que paso junto a ella, bailo más la lluvia que el sol, bailo tu luz, bailo sobre sangre, bailo el crepitar de las llamas en la hoguera nocturna, bailo entre rosas y entre hombres, bailo y bailo.
Luna: Pero te he visto bailar con lágrimas
Gato: ...
Luna: Yo sé que no te duelen los puntapies de los hombres, ni los arañazos de esas gatas que te odian, pero es que ya de grande los golpes no duelen, no lloras por el dolor
Gato: Lo sé, pero cuando bailo se que tarde o temprano me voy a cansar y eso me entristece, porque sé que tengo que dormir. A veces quisiera ser de cuerda para nunca dejar de bailar este ensueño
Luna: No, no es eso. Yo se qué es lo que te saca las lágrimas
Gato: Será acaso el viento frío de la noche?
Luna: No, lloras dolores del corazón. Esos son los que te sacan lágrimas, esos son los que te doblegan y ante los que te sientes impotente
Gato: Y tú, por qué no lloras?
Luna: Ya lloré todo cuanto podía en mi soledad
Gato: Ah... pero... anímate, la vida es genial, mira todo cuanto hay en el mundo para estar feliz, cuántos bailes y cuantas canciones que alegran el corazón
Luna: Y no, tendrías que ponerte aqui junto a mí para entender mi silencio y mi soledad, si tan solo pudieras mirar el mundo como se ve desde aquí... Igual nada cambiaría, seguiré aqui mirándote, no te preocupes
Gato: Yo sigo bailando, aunque esta noche no hay con quien bailar

lunes, 24 de noviembre de 2008

"Recuerdas Juana?"

LA NOCHE
Atrapada en un momento solitario que te traspasó mientras sufrías encerrada en la peor de tus pesadillas, como muerta en vida, bajo la pesada sensación de haber muerto con él.
Duelo, inocencia, locura. ¿A dónde vas a parar cuando la tristeza se disfraza y se inmiscuye hasta la médula y no queda más por hacer? Cuando gobierna tu vida y todo cuanto debería ser real se derrumba y deja en pie únicamente un solitario momento. Vivir el eterno momento hasta querer reventar.
Hasta que tomé la determinación de abandonarte por el mero aburrimiento, y finalmente te quedaste completamente sola, y precisamente después de creer que no lo estabas.
Muerta en vida vagaste por el mundo, prisionera de un cuerpo que los demás miran y del que se apiadan, que responde a estímulos que desconoces. Así se te pasó la vida, la viste en cámara rápida, y cuando quisiste retomarla ya la estabas viendo pasar ante tus ojos. En realidad no sabes si mueres en este momento, o si moriste con él cuando tu cuerpo era aún menudo y rescatable. O si de hecho nunca naciste y nunca estuviste con él, sino con su música y su recuerdo.
Estuviste ciega, no viste pasar el mundo. No viste.
Viviste un momento, y en él viviste por mucho tiempo, en él moriste. Porque moriste toda tu vida. Porque la memoria que hiciste, ese matorral enredado lleno de espinas, no lo hiciste tú, lo hice yo.
Una noche en tu lecho, cuando te diste cuenta que se escapaba de ti la vida, cometí el mismo error que no perdoné a los demás, te compadecí.
*****
Ahora yo recuerdo, recuerdo tu sorpresa al verme de nuevo, y recuerdo que lloraste toda la noche. Recuerdo tu dolor y como te sentías de miserable al recordar a tu madre perdida en la desolación de su impotencia. Cómo llorabas al verte sufriendo por la muerte de tu padre. Y no me siento culpable por mostrarte tu vida justo esa noche, me parece que era lo menos que merecías. Lo que me duele realmente es que fue en ese momento cuando encontraste de nuevo la claridad de tu mente, y que por eso, toda una vida la sufriste en seis horas, de principio a fin.
Según recuerdo, tu vida empezaba a tener más sentido desde que te dejaron estar en ese misterioso lugar, los enfermeros ya no te llevaban de la mano al patio y al comedor, y a veces podías recordar unos cortos fragmentos de tu infancia, pero no duraban mucho, a veces te daba mucho sueño y otras veces simplemente se te bloqueaba la memoria con escenas violentas, y no podías llegar a nada relevante. Solo tenías tres recuerdos en tu cabeza: tú misma frente al espejo con un disfraz de princesa, un gatito que alguien te regaló, y un cuadro de una señora que crees conociste muy bien. Te los repetías durante horas mirando una pared blanca. Los revolcabas y los veías de nuevo, los veías al revés y hasta los llegaste a mezclar una vez. Recordaste que el gato era un príncipe y la señora su amada, pero en el preciso instante en el que se iban a encontrar, una enredadera con unas flores raras los separaba y los amarraba hasta asfixiarlos. Así salías de tu letargo y sin saber por qué, sentías un dolor desolador en tu corazón y de tus ojos empezaban a salir lágrimas que no podías detener.
Las otras veces, cuando te veías frente al espejo con tu traje púrpura, adornada con los collares que tu madre guardaba en el cofrecito de su tocador, surgía desde el fondo de la escena una tonada en guitarra que te parecía muy bella, y te quedabas escuchándola hasta que caías dormida. De esa manera transcurrió tu vida en el tiempo que duraste allí.
Comías, dormías, ibas al baño. Recuerdo que una vez en el baño, tuviste la sensación de haberte orinado en el pijama que te regalaron, no supiste por qué pero lloraste de nuevo desconsolada. Y volvías a tu cama triste y alegre a la vez, porque tu cama se volvió tu única forma de diversión, imaginabas que debajo de ella había un mundo diferente, imaginabas personas, animales, muñecas y revistas. Y una vez, viste salir un gato de verdad y lo perseguiste todo el día. Preguntabas a las demás personas si lo habían visto, pero habrían dicho que no, así lo tuvieran al frente. Incluso a mí me parecían terribles personas. Triste momento para darte cuenta que tu gatito se perdería en tu memoria cuando yo volviera.
Todavía me acuerdo cuando te veía sentada contemplando el lago del patio con tu camisón blanco, no podía creer que no pensaras en nada, ni en Papá, o en don Jesús. En la forma en que cuando pequeña, jugabas sola en tu habitación con tu fantástico libro de personajes fabulosos. Solo dejabas caer tus lágrimas en el agua del lago, y te quedabas embelesada con las ondas, te recordaban el movimiento como de un carrusel. Y entonces, si recordabas el carrusel, ese carrusel donde alargabas tu mano morena para llevarla hacia algo que te dolía inmensamente, ¿por qué no recordabas la razón que te había llevado a ese lugar? Pensaste al despertar, que era el principio de tu viaje, porque allí estabas pequeña junto a mamá, pero al pasar los recuerdos te dolía cada vez más, como si se te congelara el pecho por dentro. ¿Acaso sabías a lo que te enfrentabas? Yo nunca supe, porque nunca te entendí cuando te encerrabas en tu cabeza con muros de concreto.
*****
Me dan ganas de llorar a veces cuando te recuerdo, cuando salías a perseguir el gatito, lo veías poner sus delicados pies en el césped alumbrado por la luna. Y te sentías con ganas de bailar con él hasta el amanecer, pero ellos te hacían la vida imposible, te sacaban de tu momento de felicidad a empujones y a gritos, te llevaban a tu habitación y te daban esa droga que te transformaba en una lela. No volvías a ver a tu gato en mucho tiempo.
Creo que fue en esa época más o menos, que empezaste a recordar todo. El gato después de un tiempo, definitivamente desapareció, aunque eso no me entristeció, fue como lo olvidaste lo que me causó tanto llanto. De repente empezabas a recordar pequeños lapsos de conversaciones de la gente con la que vivías, te dejaron tener amigos allí, y ellos te hablaban mucho de cosas diferentes. Te sentiste el centro de atención. ¿Pero te acuerdas esa niña a la que le hablaste en el patio? Esa mañana que creías que los pájaros no volverían a cantar para ti y te sentías tan sola, la viste, te pareció tan triste y tan desolada que quisiste abrazarla y decirle que podía ser tu amiga.
Ella te sonrió, y hablaste con ella todo el día, le contaste de tu gato y cómo el lago te sacaba lágrimas sin saber por qué. Me acuerdo que ella te contaba de sus papás, de sus amigos y te contó que tenía un gato también con el que jugaba en su casa todo el día, que era su mejor amigo.
La quisiste mucho, pero no entendías en ese momento cómo una niña tan linda había terminado encerrada en un lugar tan horrible:, tenía unos papás muy lindos, ¿cómo habría sido tener unos papás lindos? No lograste recordar a tus papás, probablemente también habrían sido lindos, ¿O no?
Un día en el que querías salir temprano a mostrarle los pájaros a la niña para que también cantaran para ella, te interceptaron dos de ellos, -Hoy tú pasas a la otra sala- te dijo uno. A pesar que no entendías muy bien de lo que se trataba eso de “la otra sala” sentiste que se abría un abismo entre tu amiga y tú. La veías jugando en el jardín, sola, y tú queriendo acompañarla. Por las noches soñabas que estabas con ella, y era igualita. Jugabas en el agua y le regalabas flores para que no llorara. Pasaste unos largos días sin verla, y empezabas a acostumbrarte. En esta sala podías ver libros, revistas viejas, diarios, que parecían arrumados como formando un laberinto pequeño en el que podías perderte si fueras chiquitita muy chiquitita. Viste muchas personas nuevas en las revistas, te diste cuenta de cómo es el mundo afuera de esa casa, gente muy elegante con corbatas y cigarrillos; y las mujeres parecían princesas con collares y peinados rarísimos. Te sentiste de pronto feliz, aunque no viste a tu gato ni a la niña en mucho tiempo, pero no te hicieron mucha falta. A veces los veías a los dos junto al lago, y la veías a ella llorando, y te sentías tan triste.
*****
El tiempo pasó largo y te sentiste cada vez mejor, en las mañanas te veías en un espejo y veías una cara conocida, aprendiste a hacer pajaritos de papel, aprendiste a pintar en lienzos y leíste libros muy bonitos. Hablabas con el doctor para decirle lo contenta que estabas y él te preguntaba sobre los libros que leías. Te gustaba regar las plantas y tomar el sol en el patio con las demás personas.
Una noche, te asomaste a la ventana que daba al otro patio y viste a la niña con el gato en sus brazos, ya no te parecía cercana, y te quedaste a mirarla llorar. Ella te miró y su ojos te dolieron en lo más profundo de tu corazón. Parpadeaste y la viste frente a ti, con un camisón blanco y unos bracitos morenos tan bonitos. -¡Juana, se murió mi papá!- Te gritó – ¡Se murió tu papá!- Trataste de decirle que no gritara, pero ya estabas muriendo por dentro. -¡Tu mamá te abandonó!
*****
Despertaste hace poco, ya te he contado todo lo que recuerdo; ya estás cansada, sé que quisieras estar con mamá si aún vive, pero sé también que vas a encontrarte con papá. Siempre guardaste la esperanza de verlo de nuevo, y creo que hoy será el día.
Tuvimos una vida muy agitada, muy difícil, merecemos descansar.
De todas formas lo mejor es que te tomes las píldoras para dormir, más si son necesarias.
Ahora que estás en esta habitación tan sola, viéndote a ti misma, todos tus recuerdos empiezan a tener sentido, toda tu vida pasó dolorosa, ¿quién te amó además de tu papá? Yo Juana, yo siempre te amé, por eso te voy a acompañar ahora.
Juana, me empiezo a dormir, descansemos ya, por una vez en la vida.

De "La Rosa melancólica y el Filósofo esclerante"

Cuchulain abandonado
Cuchulain es el legendario héroe celta, sanguinario y certero. Fergus, el rey que logra cambiar su destino, abandona la corona de los reyes de La Rama Roja para convertirse en druida, en mi mundo lo logra. Angus, el dios del amor, pero como tal, a su vez lo es de la desdicha. Sienna, personaje incorporado, amada de Cuchulain y muerta por sus manos. Mórrigan, diosa de la muerte y la destrucción, muy cercana en odios a Angus.

Ha caminado Cochoolain por las playas verdes de Ulster,
en las rocas se ha encontrado a un viejo Druida Fergus.
La mirada le atravesó hasta la misma vida...
De rodillas, Cuchoolain gritaba -¡Angus!-
Y en su cabeza la voz del Druida
-La noche no te verá abrazado por las llamas de Sienna-
-Angus no escucha a los hijos de sus enemigos-
-Tu lanza se sació de sangre-
-Tu noche llegó-
El sol encendió los cabellos rojos de Cuchoolain
-Nunca he descansado en mi vida-
-He llorado las noches en el silencio de mi alma-
-He suplicado a Fergus la luz de su secreto-
-He suplicado a Angus el perdón de su destierro-
-He contado las olas desde que vi a Sienna-
-Ahora estoy de rodillas suplicando...-
El Druida ya viejo, saboreaba el viento en su cara.
-La corona que perdí la perdí en el bosque, mientras mi trabajo hacía-
-Tu has levantado el mar en tus hombros, incitas a Mórrigan a la batalla-
-Tu haces lo que haces, y por eso Angus tus súplicas esquiva-
-Sienna tiene tu nombre en su cuello, Cuchoolain, asi está hendido bajo su piel-
-Escogiste tu futuro en el pasado, y no siempre hay manera de arrepentirse-

jueves, 20 de noviembre de 2008

De "El gato y la Luna"

Aquel que del mar viniera...
Pobre gato allí sentado
con la Luna embelesado.
En el brillo de sus ojos
viejas historias de enojos,
y de un rey viejo encantado
que en la sombra había quedado
con todos sus huesos flojos
y a su lado un perro cojo.

Pobre rey que recordaba
la pasión de su mesnada,
y la voz de la que amaba
que era para él cantada;
Ya su cabello blanqueaba
y no vuelven de la nada.

-¿Y ahora qué?- Pregunta el gato a la Luna
-Despues de tanto hacer y tanto esperar.
Recompensas ya no espero ninguna
ni a los sueños vencidos recuperar.-

miércoles, 19 de noviembre de 2008

De Lovelock a Newton

Podré decir que me encontraré perdido en tus brazos y consumido por el calor de tu aliento.
Podré decir que me ruboriza la forma de tus besos y el olor de tus manos en el papel.
Podré decir que amo al mundo que han tocado tus manos y que los pliegues de tu piel son fascinantes, porque esconden lo que quieres decir pero callas.
Amo las formas que quedan en la arena que pisas, son las huellas que le dejas al mundo solo caminando.
Tu voz deformandose en la memoria me cautiva, me ensombrece. La necesidad de una mirada quieta y asesina, la silueta de tu cuerpo en la pared, los sonidos que escuchaste, los gritos que ahogaste, el tiempo arrepentido de tanto envejecerte, las estrellas que te miran, el sol que te sonroja, la noche que te escucha, los árboles que te susurran, el viento que te estremece, el agua que te llora, el fuego que desprendes, la vida que sufres con risas, las manos que han tomado las tuyas, la sangre que derramo por ti, la melancolía que suscitas y la muerte que te desea...
Sería yo quien más amara todas las cosas del mundo si no estuvieran tan malditamente impregnadas de tu aroma.

martes, 18 de noviembre de 2008

Troia

Por qué debiera culparla?
Por llenar mis días de miseria?, o tal vez de dicha...
Por suscitar en los hombres los más violentos deseos,
o por llenar de ira a los mansos y contra las llamas enviarlos... transformando su deseo en coraje.
Qué pudo hacerla tan silenciosa y paciente?
Con una mente cuya falta de nobleza hizo tan simple como el fuego,
y una belleza como un arco tenso, de un tipo que no es natural en estos tiempos,
siendo solitaria y a la vez altiva, y severa...
Por qué? qué pudo haber hecho ella siendo quien es?
Habría acaso otra Troya para ser quemada?

Corto 1

Con la soledad
me hago
un ataud
de alegría...
(Ungareti)

De "La Rosa melancólica y el Filósofo esclerante"

Diálogo entre la Rosa y el filósofo
Filósofo: Mira que no eres bella, no puedes significar nada si estas enterrada al suelo. Nadie te ve con asombro.
La Rosa: Yo no busco ser bella, no busco adornar un jardín, en mis días solo busco el sol. Soy más profunda.
Filósofo: Pero adornas un jardín, eso es lo que haces, ¿cómo puedes ser profunda?
La Rosa: Para ti adorno un jardín, pero mi propósito es llenar el mundo de rosas.
Filósofo: Así que solo en eso piensas, ¿qué profunda puedes ser?
La Rosa: Tan profunda como tú, tan bella como tú.
Filósofo: Lo dudo, estas lejos de parecerte a mí.
La Rosa: Por lo menos yo ya hallé mi propósito en la vida, y lo acepto con todo lo que viene. Si soy bella o no, no importa. Tan solo vivo para dejarme mecer por el viento de primavera, y eso es lo que parece gustarte.
Filósofo: ¿Cómo puedes saber cuál es tu propósito en la vida? Ni siquiera puedes sacar tus pies de la tierra y echar a andar por el mundo. No sueñas, no anhelas, no piensas todos los días en qué te depara el destino, porque tu futuro está amarrado a una roca bajo la tierra.
La Rosa: No sueño porque sea incapaz de hacerlo, no sueño porque no necesito soñar. A diario soy soñada por la imaginación de los artistas, soy soñada por un sueño, el amor. Soy soñada por lo que el romántico ve en una mujer. Mis sueños, mis anhelos, tú mismo los construiste y los derrumbaste. Por eso soy profunda, por eso me miran con asombro. Porque tú me creaste.

Apertura

“…cada segundo de tristeza me recuerda lo innecesaria que es la vida, cada segundo de alegría me recuerda la irrealidad del amor. ¿A qué te quedas en el mundo cuando tus sueños han sido abusados? ¿Por qué peleas si todo cuanto pensabas que te haría feliz es profano? ¿Para qué tratar de cumplir esos sueños si sabes que servirán de bazofia a algún hambriento? ¿Por qué sigues tragándote ese dolor? ¿Por qué los soportas si son tan ignorantes como presumidos (y por eso felices)?

Simplemente se decae, se marchita, se ahoga en desolación. ¿Y la melancolía? Te lastima (que mala suerte). Sabes que nunca serás feliz, porque está en tu naturaleza el doler, y la alegría en cualquier forma esta tan lejana que no vale la pena luchar por ella, por cinco minutos de necedad. La única paz está al otro lado de la muerte. A menos que tocara vivir de nuevo…”

lunes, 17 de noviembre de 2008

1

Las cosas tienen vida, por eso cuando el gitano llegaba la gente se agolpaba, sin entender por ké el movimiento, ke era carácterístico de las cosas vivas, lograba despertarse perezosamente en las cosas cotidianas.

Ahora, si las cosas tienen vida, tienen alma, y si tienen alma pues tarde o temprano se enamoran y se desencantan.

Pero y si uno cuando muere es cosa... uno no deja de amar? ni de desencantarse.

La realidad es ke vivimos entre muertos, nos rodeamos de cadáveres todos los días. El tiempo pasa lamiendo el mundo hasta secarlo de vida, y uno sentado escribiendo, congelando la vida para ke no muera impune, para ke deje su huella impregnada en unas hojas ke tambien van a desaparecer. Y cuando al final no haya más ke tiempo, aun él llevará marcadas tus pisadas en su memoria. Muertas, cadaver, porke así como el tiempo nosotros somos, como el tic-tac ke le enseñamos a cantar, y ese tic-tac es como el tum-tum del corazón, ke es como el día-noche/verano-invierno, y es como el hombre-mujer/muerto-vivo y amor-muerte.



Así es el tiempo ke te desgasta el dolor de la vida, así nos consume entre lo crudo y lo cocido ke estamos, así lo sientes, así te encanece la vida y encanece las cosas para revolverte en el estómago las noches con los días ke se llevaron esos pájaros, negros por el duelo de tus sueños.

Y así mismo te vuelves y miras tus yo de atrás y lo ke ves es tu futuro encadenado a la tristeza de una roca ke sembraron cuando naciste, y ke aunke mires el sol o las estrellas, nunca podrás cantarle a la vida ke supuran las cosas, porke es de noche y dura solo un rato.



Entonces sigues escribiendo con los ojos cerrados por la verguanza de no callar desvaríos, pero te estrellas con caminos ke fluyen como lágrimas de desesperación, sin personajes, sin vidas, como estar solo en la mitad del cielo esperando a ke pase un rayo de muerte y te despierte otra vez en la tierra, entre selvas verdes y rojas, entre selvas ke gritan el nombre del principio de los tiempos y del final de la vida. Selvas ke devoras entre totems fetichistas y anhelos de supervivencia. Selvas sudorosas y malolientes, con vida hacia donde mires, con cosas y muerte.



Pero de las selvas escapas con un respiro, y siguiendo la voz de la madre llegas a tu templo de rocas sembradas entre largos caminos de olor a mar frío y desbocado contra las rocas de un cielo gris. Y sí, sabes ke ese tambien fue uno de los lugares oscuros de la tierra. Luego te despiertas en camas de silencio y desayunando soledad, como acostumbras a hacer, y vistes capas fabricadas trenzando tus penas, tu pesar. Caminas, enciéndes los fuegos verdes de la melancolía en tus ojos y te dejas consumir lentamente por ellos hasta ke de tu alma no hueles sino cenizas, o hasta ke llega la noche trayendo subterfugios crepusculares ke los avivan y revuelven. De cualkier manera tu alma keda esparcida por las costas silenciosas y verdes del tiempo.

Pero es el tiempo finalmente al ke le encanta descuartizar la belleza, con el mismo ímpetu con el ke el fuego baila en tus ojos entre el frío de la soledad y la noche.