miércoles, 13 de junio de 2012

Therapie

Hablé con ella y tenía un dolor disfrazado de desidia, porque le he visto mucho tiempo ya encerrada en esos tristes muros, preguntándose de qué se trata, como divagando, esperando. Ya han pasado demasiadas noches robando y rasgando su alma, su voz. Y los fantasmas. Fantasmas se apoderan de su cuerpo y de sus sueños, le ahogan en letargos infinitos. Como si le llevaran al mismo infierno. Los fantasmas que transforman el esplín en cretinismo. Se despierta a veces y está caminando a gatas, como si se arrastrara sobre el filo de un cuchillo, y en ocasiones solo camina contra un muro blanco, sin atravesarlo, sin rodearlo, sólo camina como quien ya tiene su rumbo definido hacia la nada.
Y entonces levanta la cabeza con ganas de atravesar el umbral que la va a sacar de esa parálisis pero no logra ponerse en pie, las rodillas parecen no responderle, las manos tiemblan mientras agarran el suelo y cae de bruces otra vez como si no hubiera sido hecha para un destino tan trivial. Se queda de nuevo, en el suelo, evadiendo, huyéndole al destino, a sí misma.
Ni siquiera sus tristes disculpas le convencen, miente, una y otra vez miente, hasta que se ve a punto de ahogarse entre esas mentiras destiladas.
Se transgrede, eso es lo único que le queda, transgresión. Se transgrede a sí misma, transgrede a los demás, sus conciencias, sus espíritus, sus convicciones. Todo parece haber confluido en ella como transgresión. No queda casi nada en ella cuyos límites no haya quebrado ya, y entre esas cosas, están las que teme, y entre las que teme está ése pájaro azul que amenaza con salir a volar.
A veces sueña con muertes, muchas muertes muy violentas, de suicidios, de cuerpos envejecidos en segundos, de bocas resecas y labios pálidos, sueña esas largas canciones de muerte festiva que suena en las fiestas de los pueblos, con sus ritmos angustiosos y sus líricas coloquiales, esas canciones de muertos que dan sustento a todo el ideal que le agobia, el final de este sucio trajín.
Pero únicamente en noches dolorosas como esta, es que mi pluma se contorsiona a la vez que mi alma se retuerce, porque no hay más momentos, los otros momentos no existen, sólo los momentos de dolor, mentira y muerte que ella padece, evocan mi presencia.

1 comentario:

Unknown dijo...

Me encanta leerlo !