Dijiste que más que nada a mí necesitabas, te respondí que yo solo tu mirada.
Me dijiste que antes menos sola estabas, y yo de eso no se nada.
Te pedí silencio cuando callabas, paz cuando no estabas.
Te miraba, a tu luz tenue.
Te pedi susurros nocturnos, voces ahogadas.
Te pedí la misma mirada...
Respondiste que ya nada más que eso dabas, ni una sola parte de tu alma.
Pedí tocar tu corazón, tu vida, tus sueños...
Pediste que tocara de tu cuerpo la parte que menos dolor te causaba.
Rocé con la yema de mis dedos el borde de tu sombra...
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