Hay un juego de reglas específicas, un juego de reglas que deliberadamente he decidido ignorar. Son reglas que se naturalizan al estar nadando en ellas, cual cisnes en un lago, y se captan en una mirada sardónica y de desconcierto, o en una frase de complicidad y confabulación.
Son las reglas que rigen la naturaleza de todos, o al menos de quienes deliberandamente deciden participar de ellas como su llave que da entrada a todos los misterios.
Probablemente todos tenemos reglas diferentes, al menos un lenguaje con el que cada uno se entiende. Probablemente ya ni siquiera ése conocemos. O tal vez lo que estoy poniendo en palabras es la "condición humana".