Solía haber palabras entre nosotros dos.
Solíamos soñar las posibilidades de mil encuentros furtivos, tú como doncella prisionera y yo como fuerte caballero armado de valentía y ensueño.
Caminábamos entre lenguajes arcaicos empuñando oxidadas espadas y tímidas armaduras.
Solíamos descansar tumbados en la hierba.
Solías soñar con animales melancólicos y cúbicos, yo los cazaba para ti en los bosques negros que dibujaba con versos y risas.
De noche acechabas cual felino salvaje y yo huía, evadía en silencio tus zarpazos bulliciosos. Pero siempre nos escuchamos.
Construimos a partir de mármol y voz nuestro santuario de letras perdidas, lo mordíamos y lo quemábamos una y otra vez, era nuestro recinto de soledad e inspiración.
Yo solía salir a la mar, levar velas y perderme en las olas de lana que habías tejido con el verde de tus ojos, me enfrentaba a colosos cíclopes y a peligrosas sierpes marinas. Las tormentas nunca me derrotaron porque nunca temí ahogarme en la negrura de tus temores.
Las palabras cesaron. Vencimos tanto que nos vencimos los dos. No vencimos al tiempo, no vencimos a la distancia.
Te encontré perdida en una estepa fría y hostil, estabas armada únicamente con tu sonrisa y vestías murmullos rasgados de otros cuentos. Te subí a mi caballo y te cubrí con mis capas cálidas. Caíste dormida mientras te llevaba a mi palacio de sol y tierra.
Alguna vez nos miramos fijamente a los ojos…
Solíamos reírnos de falacias y pretensiones, nos perdonamos las ausencias y las infidelidades literarias. Solíamos odiar el sueño porque nos robaba el ensueño. Solíamos leernos entre líneas e interpretarnos sin decir una palabra. Solíamos pasar las noches en soledad.
Soñamos dos noches distintas, tú sigues siendo la princesa imperecedera, ahora a mí me ven en arrabales con las palabras rotas y manchadas, llenas de ira y de frustración. Tus letras, aunque silenciosas, son más delicadas y amenas, las mías yacen arrinconadas y envenenadas de vida. Ya no se cruzan, ya no nos cruzamos, a veces esporádicamente como en esta página nos hablamos sin saber con quién ni a quién apuntamos con las letras vencidas.