Aquel que del mar viniera...
Pobre gato allí sentado
con la Luna embelesado.
En el brillo de sus ojos
viejas historias de enojos,
y de un rey viejo encantado
que en la sombra había quedado
con todos sus huesos flojos
y a su lado un perro cojo.
Pobre rey que recordaba
la pasión de su mesnada,
y la voz de la que amaba
que era para él cantada;
Ya su cabello blanqueaba
y no vuelven de la nada.
-¿Y ahora qué?- Pregunta el gato a la Luna
-Despues de tanto hacer y tanto esperar.
Recompensas ya no espero ninguna
ni a los sueños vencidos recuperar.-
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