Me niego a escribir sobre mujeres pestilentes y aceitosas, que se derraman sobre cualquier homínido coprofágico. Nunca jamás escribire sobre esas mujeres que se gastan la vida deseando un poquito de cielo y que saben que en su vagina es la llave para obtenerlo. Me canse de prestarle atención a esas palabritas temblorosas de perra vieja, y a la constante necesidad de calor. Nunca jamás me tomaré el tiempo de etnografear unos ojos bien pintados y tan profundos como pueden ser, no perderé mi tiempo creando imágenes deliciosas a partir de realidades tan insatisfactorias. Ni siquiera por añoranza o por melancolía les daré el privilegio de tocarles con mi lengua. Ni volveré a escribir de esas serpientes nauseabundas que se toman el tiempo de enroscarse alrededor del cuello de su presa antes de devorarlo. Y por supuesto tampoco me tomaré el tiempo de halagar a las que silenciosas e inocentes pudren los corazones desde adentro porque no tiene el ímpetu de asesinar de frente.
Nunca más hablaré de esas putas agraciadas, por eso sólo hablaré de ti, que lees.
lunes, 23 de enero de 2012
viernes, 13 de enero de 2012
Thich Quang Duc
Antes de cerrar los ojos y dirigirme hacia la figura de Buda, suplico respetuosamente al presidente Ngô Đình Diệm que tenga compasión de los habitantes de la nación y que desarrolle una igualdad religiosa... Llamo a los venerables reverendos, miembros de la sangha y predicadores budistas para que se organicen y hagan ofrendas con el objetivo de proteger el budismo.
Such a noble thing.
Los restos de la pasión quedan intactos en el corazón. La voluntad, el honor, la paciencia. Con la piel ardió lo que quedaba de sincero de una pobre humanidad, con sus ojos ardió lo último que quedaba de misterio, con su boca ardió la voz que frágil y paciente nunca se levantó. En sus puños ardió la paz, la compasión eterna del universo. En su vientre fulguró su espíritu, desorientado y disipándose hacia las estrellas. Sólo quedó su corazón, el triste corazón que latió con el ímpetu que ningún otro laterá, y con el silencio que jamás volveremos a escuchar.
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