martes, 2 de noviembre de 2010

Como un diamante nocturno

Brilla diamante enmohecido, porque ahora todos son bailes místicos de palabras encantadoras y secretas, brilla porque en la noche sólo estas tú acomodado en el calor del fuego. Rompe las olas de la fortuna y encuentra la salida de este acertijo extranjero y doloroso. Brilla tú diamante loco, congelado en el tiempo de los ases, en el tiempo de la suerte y de lo incierto. ¿Lo que te depara? palabras lentas, de una cadencia adormecida, al ritmo de un piano cansado y viejo. Brilla para los ojos que te miran y te añoran, para las mentiras y verdades que no escapan de mi alma callada y culpable. Brilla al ritmo de las tristes notas, del triste piano que llora tu vejez. Brilla porque no te queda más tiempo, pasaste tan rápido que ya no te diste cuenta del dulce baile del destello de tus ojos a la luz de la luna. Pasaste y no te diste cuenta que te quedaste enterrada en la mitad de mis esperanzas zarrapastrosas. Pasaste a la ligera y no te diste cuenta que se te olvidó brillar, brillar y bailar.
Brillemos, brillemos hoy que estamos juntos sin un abismo entre los dos, brillemos para hacer una luz imperecedera, bailemos para espantar el frío de la muerte...
Pero ya se te olvidó, lanzaste a las llamas el último sonido de mi voz. Lanzaste al vacío todo cuanto tardamos en llevar hasta la cima, y esa sensación de caída es la que me confunde, y me agobia... tras la caída, ¿qué soledad queda tras la caída?
Quisiera que bailaras una vez más para ver tus pies pálidos acariciar unos pasos con el viejo estilo que sé aun guardas. Que bailes al ritmo del viento y que lo acaricies con tus manos, que tu risa llene el mundo mientras tus pies lo derrumban por la gracia de tus movimientos. Baila...