domingo, 28 de diciembre de 2008

Yeats

Cansancio.
Ha optado por deshacer lo que quedaba de ánimos en tu espíritu.
Mis ojos, que nunca se habían saciado de los tuyos, ahora estan doblegados ante el dolor pues el amor palidece. Se cierran cansados por el sol, los ojos, y tus ojos.
Y el corazón, que pasa de moda como una vieja canción, se cansa de ver pasar un amor tras otro sin echar raices en ninguno, y entonces pierde el fuego, y se cansa y nunca ama de verdad. Y si ama mucho y muy profundamente? La pasión a veces fatigó nuestros corazones vagabundos.
Y construí con mi vida todo cuanto quisiera construír una persona común, escribí, me casé, fuí leído y elogiado y le dejé al mundo la vida misma encerrada en los ojos mas sensatos que una hija puede tener. Y cuando daba cada paso sentía la voz de ese fantasma en mi cabeza, la voz de Platón taladrando mi armonía: Y ahora qué? Y ahora qué? Gritaba el fantasma de Platón... Ya la vida me cansó con su falta de originalidad.

Y miro a mi alrededor, la Luna, las estrellas, la noche y el fuego, todos bailando en el frío de la noche, todo empieza a tener ese olor que el tiempo sabe dar a las cosas y empieza la piel a cansarse del calor del sol. Finalmente se resume toda la vida en dos simples actitudes: Desencanto y arrepentimiento...

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Feliz Navidad!

Tratamos de encontrar de nuevo nuestra voz al ver caer la nieve pesadamente en las calles.
La nieve...?
El tiempo nos golpea cuando se ven las multitudes en el ajetreo de la navidad, las calles llenas, pesadas por la nieve...
Los olores, las voces repetidas de canciones estereotípicas, las luces, las texturas decorativas, los sabores navideños... La ausencia de silencios.
Por qué nuestra navidad tiene que ser soleada?
Caminar hacia casa una tarde de veinticuatro con las ruinas de un sol asesino en la espalda, pensar en alguien más de lo que se merece, tomarse una taza de chocolate junto a dos ojos que brillan como el fuego, empacarse en papel regalo para parecer nuevo y dormirse para empezar de nuevo un año con olor a viejo.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Danse Macabre

Esa ausencia tuya es la que me desespera, ahí tendida.
El cuerpo es una cosa, nosotros somos cosa, y nos aterra darnos cuenta de ello.
Será por eso que nos enterramos o nos quemamos los unos a los otros? Esa imagen del cuerpo exánime, callando secretos que no cuenta para no quitarle el misterio a la deliciosa muerte, nos llena de angustia. Tanta quietud, sublimes en su paz.
Por eso tú, ahí tendida. Qué callas? Estas taciturna de palabras y besos...
Y entonces te entierro para no sentir el horror macabro de saber que todo ese tripaje ya no se mueve por si solo, ya no me asesina con miradas inquisidoras, ya no huele a cuando buscas al abrigo de mi brazo, ya no me duele tu voz en los oidos. Me duele tu silencio... Me duele el recuerdo de tu voz perdiendose en mi memoria y el recuerdo de tus palabras haciendo eco en mi dolor.
Buena muerte la tuya.

Entonces me arrodillo frente a la verdad, que pretenciosa te vuelves cuando ya no respiras... La Verdad, esa única que no se me va por entre los dedos del alma.

Y mira, de tu cuerpo salieron flores, y tu estas latente en ellas. Las tengo en mi mesa, es como estar contigo pero en silencio. Es como no tenerte aquí fente a mi porque no te huelo ni te siento. Es como tenerte a ti vacía, como cuando me enamoré de ti.
Ya eres ceniza, una parte de ti ha quedado en la zuela de un zapato, y con el triste andar te has dado cuenta que yo he estado siempre allí, esperándote.
Finalmente llegas, nos vamos juntos con el viento, tu muerta y yo vivo, tu silenciosa y yo ameno.
Sí, como me gustaría que estuvieras muerta.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Certezas

Hay tres dogmas en la vida:
1) El vino es para embriagarme
2) Las lágrimas para derramarlas por el corazón
3) El cuerpo es para deshacerce en la memoria de la tierra

Los demás axiomas parecen verdaderos, pero sólo parecen...

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Corto 2

Ya se dijo todo sobre la noche, sobre el amor y la soledad. Por eso cuando tus ojos me buscan solo encuentran silencio...

De "La Rosa melancólica y el Filósofo esclerante"

Pequeña lágrima
Alguna vez me contaron una historia sobre una flor, hace tiempo, cuando no tenía otra cosa en la cabeza más que a mí mismo. Tú me la contaste, aun lo recuerdo y creo que ya no la podré olvidar porque cargaré con ella siempre. Además porque es la historia más bellamente contada para mí, pues es original; es la primera historia en la que una niña se equipara a sí misma con una flor.
Según recuerdo, la historia trataba de cómo debía ser cuidada esta flor: de cómo debían acariciarse sus pétalos, de cómo debía regarse y de qué pasaría si no se tienen estos cuidados.
Aun lo recuerdo, debía sacarse al sol en las mañanas con un dulce beso en la mejilla, al mediodía se regaría con agua fresca y una tierna y coqueta mirada de amistad, y en la noche, se debía resguardar del frío con un cariñoso abrazo. ¿Difícil? Una flor realmente esplendida, hasta que el destino me encargó cuidarla.
En lugar de besarla, consentirla y abrazarla, la rodeé de una cúpula de cristal. Deje de escucharla, ya no la sentía como lo hiciera antes, dejé que las cosas siguieran así, no me preocupé, y pensé que así íbamos a ser felices. Pensé que la cúpula la protegería del frío pero no lo hizo, por el contrario, el frio congeló el cristal, y el frío poco a poco llegó hasta el tallo, y se congeló, y luego poco pude hacer para descongelarla.
A pesar de todo, la flor nunca dejó de ser espléndida, y por eso nunca noté lo que le pasaba dentro de esa cúpula. Claro, hasta que apareció la primera espina.
Solo la Luna, solitaria y pensativa sabe cuánto he buscado el resplandor de aquella flor. Aquí y allí, en arbustos, en cardos, en bosques y en desiertos. Me acercaba a todo cuanto tenía espinas para recordar en mis dedos la primera herida que me causé al tomarte. Aun me engaño, porque creo que la encuentro entre las enredaderas, pero no son más que flores simples, insípidas, que son más espinas que flor.
Sé que la flor sigue en algún lugar, y sé que solo tengo derecho a observarla, ya no debo ni rozarla, ni soñar con ella, ni esperar a la mañana junto a ella para ver cómo abre sus pétalos.
No tengo derecho a amarla, aunque fuera eso lo único que yo quisiera. No tengo derecho a pincharme con su espina de nuevo, y no es porque ella no quiera (creo… espero) sino por haber sido yo mismo quien puso esa barrera de cristal entre los dos.
Ahora me siento como la personificación de lo irreparable. Y ella allí, como siempre espléndida. Y yo aquí, como nunca, solo y abatido.

Morbid memories

Jueves 20 Marzo 2007
Para escribir es necesario rodearse del ambiente que inspira, perderse en esas cosas que hacen pensar en letras. Vaya axioma. Y yo, ¿qué hago? La serpiente y su forma delicada de arrastrarse me recuerdan mucho a mis estados emocionales, que viven bajo el yugo de este desorden mío. ¿Cómo se mueven las serpientes? Se arrastran, ante todo. Luego para poderse impulsar y para ganar mas ímpetu mueven el cuerpo hacia un lado y después hacia el otro. A mayor violencia, mayor ímpetu. Cuando esta a un lado, se esfuerza por llegar al otro y viceversa, entonces ese constante alternancia la lleva a donde quiere, así sea a las fauces de su mangosta.
Últimamente han logrado distraerme de mi paz. Pero cuál paz? me pregunto, esa paz de lo moribundo, de cuando me acuesto a morir y ya. Me sacan de mis lapsus de sueño en el que me resigno. A esa paz me refiero.
Las líneas ya no me buscan, los versos se marchitaron, el sol me encuentra tolerante y las personas me parecen más bellas. Ya no se me inundan de lágrimas los ojos sin tener razón alguna. Ya no pienso en ella (la muerte). ¿Y qué puedo hacer? ¿Rendirme ante la vida? ¿Casarme? ¿Tener una familia? ¿Lograr algo? ¿Tratar de ser feliz? La vida no es feliz, y además así no podría escribir. Lo único que me haría feliz sería escribir, y no lo dejaré.

Touch

Dijiste que más que nada a mí necesitabas, te respondí que yo solo tu mirada.
Me dijiste que antes menos sola estabas, y yo de eso no se nada.
Te pedí silencio cuando callabas, paz cuando no estabas.
Te miraba, a tu luz tenue.
Te pedi susurros nocturnos, voces ahogadas.
Te pedí la misma mirada...
Respondiste que ya nada más que eso dabas, ni una sola parte de tu alma.
Pedí tocar tu corazón, tu vida, tus sueños...
Pediste que tocara de tu cuerpo la parte que menos dolor te causaba.
Rocé con la yema de mis dedos el borde de tu sombra...